Todo apunta a que la derecha francesa ha decidido que la responsabilidad de este crimen de Estado se la coman sus instigadores. Lo difícil es señalar al responsable con precisión. Pero lo cierto es que este capítulo es idéntico al del asesinato de Mikel Zabalza. Aquel conductor de autobuses navarro que un día tuvo la desgracia de cruzarse con las sospechas de la guardia civil de Intxaurrondo, igual que les ocurrió a los jóvenes asesinados en Almería décadas atrás.
Ahora tratan de presentar el asesinato de Jon como una muerte natural. Un ataque al corazón sufrido por una persona con un cáncer terminal. Ya, pero lo que la gendarmería (que ha sacado a la luz el cuerpo por orden del Gobierno Sarckozy) debe aclarar es en que zulo del territorio francés fue interrogado hábilmente Jon Anza para sufrir el infarto que le ha llevado a la muerte.
Esto es lo que queremos saber todas las personas con sensibilidad democrática. No es casual que el cuerpo aparezca después de que dos diarios de la izquierda institucional, le Monde y Liberation, publicasen la noticia de que la pista parapolicial española era clamorosa en el secuestro, interrogatorio y asesinato de Jon. Mención especial merece el reciente artículo de Liberation. En él, su experto en asuntos de ETA, excelentemente relacionado con la lucha policial francesa contra la organización armada vasca afirmaba que Anza fue secuestrado por policías españoles a los que se les fue la mano, llevándole a la muerte.
Esta afirmación de Liberation ha surtido efecto. El gobierno francés viene a decir a Zapatero y al PP que no está dispuesto a encubrir otro asesinato parapolicial español en territorio francés. Y así lo ha hecho, haciendo aparecer un cadáver depositado en el lugar en que fue hallado por elementos policiales y encubierto hasta que en la prensa francesa comenzó la investigación.
De la investigación digamos que solo comenzó después de que su familia, amigos, círculos de refugiados vascos en Iparralde y organizaciones abertzales del norte de Euskal Herria llamaron a iniciar su búsqueda en la misma estación de tren en la que se perdió su pista. A su tesón se debe el que la fiscalía comenzase a tomarse en serio la hipótesis del secuestro, al mismo tesón el inicio de las informaciones en la prensa francesa de centro–izquierda, que han llevado el nerviosismo al gobierno de la derecha hasta hacerle tomar la decisión de dejar de encubrir este asesinato parapolicial, uno más en la terrible represión que Euskal Herria soporta desde décadas atrás, en la crueldad con que se manifiestan los estados español y francés contra nuestro pueblo.
Articulo en La Haine
viernes, 12 de marzo de 2010
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