Tras lanzar semejante «impulso político» -lo hizo cuando hasta las actuaciones de la Guardia Civil «debían» estar bajo secreto sumarial-, esperaría que ni el juez instructor de Madrid ni el de París pondrían en tela de juicio ni una coma de su versión. También gran parte de la ciudadanía vasca esperaría -con sensaciones contrarias a las del ministro- que todo transcurriera según el guión escrito por Rubalcaba. No fue así. En París, David Pla quedó en libertad; en Madrid, Erramun Landa, José Luis Gallastegi, Joxe Domingo Aizpurua, Juan Mari Jauregi y Asier Etxabe también lograron escapar de la red tejida por el ministro. Pero Grande-Marlaska optó por «limpiar» la imagen de Rubalcaba enviando a prisión a Arantza Zulueta, Jon Enparantza, Iker Sarriegi, Naia Zuriarrain y Saioa Agirre.
Con todo, cada día que pasa Rubalcaba da muestras de ser un ministro muy poco seguro de lo que hace y, esto sí es seguro, en Euskal Herria cada día son menos los que creen lo que dice.
(Editorial de Gara, 20 de abril de 2010)
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