Las declaraciones autoinculpatorias de Xabier Atristain y Juan Carlos Besance, que aludirían al atentado mortal en Leitza contra un concejal de UPN y a entrenamientos en Venezuela entre otras cosas, fueron impuestas por la Guardia Civil tras aplicarles gravísimas torturas, según su testimonio, muy detallado, difundido ayer por el movimiento pro amnistía. En él destaca por sus efectos la aplicación de «la bolsa», ya que provocó varios desvanecimientos a los dos detenidos, y aparecen también otras prácticas nuevas, como la utilización de un spray paralizante, que ya fue referida también por jóvenes detenidos hace tres semanas en la redada contra Ekin, ejecutada también por la Guardia Civil.
La declaración de ambos se produjo en una situación física penosa. Besance explica que «el último día estaba destrozado, no podía más», hasta el punto de que «la Guardia Civil se calmó un poco». Antes, explica que «me obligaron a aprender de memoria la declaración policial». Tras el paso por los calabozos ahora tiene problemas en los ojos: le salen lágrimas y no ve bien.
Atristain también padece secuelas. Explica que «me falta piel en una parte de la cabeza» tras haber notado que le aplicaban algo caliente en esa zona. El resto de los maltratos que refieren ambos son muy similares.
El «frigorífico»
En el caso de Juan Carlos Besance, narra que tras su detención y la de su hermano fue introducido en un Patrol y que en el primer momento el trato fue «bastante tranquilo». Sin embargo, luego le introdujeron en un coche, «y aquí comenzó el infierno que se alargaría durante cinco días. Le pusieron `la bolsa' en la cabeza, hasta dejarlo sin respiración, casi hasta ahogarlo. Le repitieron eso en tres ocasiones, y perdió el conocimiento dos veces mientras iba en el coche -luego volvería a desvanecerse otra vez ya en Madrid, donde dice que padeció `la bolsa' unas doce veces-. Los guardias civiles saltaban encima suyo, los gritos y amenazas eran constantes».
Los interrogatorios no comenzaron hasta llegar a la capital española. El movimiento pro amnistía narra que «durante cinco días ha tenido los ojos tapados con un antifaz», de modo que al acabar el periodo de incomunicación había perdido completamente la noción del tiempo. En todo este periodo, «comió muy poco y no durmió».
El trato descrito en los interrogatorios resulta tétrico. Dice que se prolongaban durante unas dos horas, en las que «lo desnudaban de cintura para abajo y le obligaban a realizar flexiones, mientras le pegaban patadas en la tripa. Lo envolvían con una manta, lo ataban con una cinta y le envolvían las manos con gomaespuma, le ponían una bolsa en la cabeza dejándole sin respiración y le daban patadas en los testículos. Le golpeaban en el cuerpo, dejándolo empapado de sudor. En ese estado lo llevaban a una habitación que llamaban `el frigorífico', donde hacía mucho frío. Comenzaba a tiritar, no podía ver nada, pero sintió mucho frío».
Añade que en los interrogatorios escuchaba muchas voces, gritos y amenazas, y que su hermano fue detenido con el objeto de presionarle: «Tenían claro desde el principio que no tenía nada».
Este último ha explicado que también recibió golpes y fue interrogado en el primer momento, pero que en Madrid «se tranquilizó la actitud». Detalla que, una vez allí, «dejaban abierta la puerta de la celda, para que escuchara los gritos y sesiones de tortura de los otros dos».
Rociado con agua fría
Por lo que respecta a Atristain, también explica que en el automóvil en que iba a Madrid le pusieron «la bolsa» en la cabeza, «muy prieta, hasta dejarle sin respiración, casi hasta ahogarlo», por lo que perdió el conocimiento dos veces en el camino. «Tiene claro que los guardias civiles tienen muy controlado hasta cuándo mantener la bolsa en la cabeza...», comenta el movimiento pro amnistía. Ya en Madrid siguieron con esta práctica, por lo que vomitó en dos ocasiones «bilis, porque tenía el estómago vacío».
Al igual que Juan Carlos Besance, este vecino de Donostia indica que lo envolvieron con gomaespuma, que cuando estaba empapado de sudor le colocaban «la bolsa» en la cabeza y que posteriormente le arrojaban agua fría, «provocándole un gran contraste en el cuerpo».
«Sufrió taquicardias en dos ocasiones, y le dieron medicamentos, tranquilizantes o algo parecido», añade el relato, que precisa que, a pesar de ello, las sesiones de tormentos continuaron hasta el final. Se subraya que los golpes, amenazas y ejercicios físicos eran continuos, y que «le amenazaron con su novia. Le hicieron tocar una bala y le decían que iban a utilizarla para implicarla». Como es sabido, en estos cinco días Xabier Atristain fue traído dos veces por la Guardia Civil a Donostia para realizar sendos registros.
Como dato revelador, ayer se supo que el abogado de oficio de Xabier Atristain se negó a firmar su segunda declaración policial, «porque veía cuál era el estado de su cliente». Según el movimiento pro amnistía, «expresó que no estaba de acuerdo con el periodo de incomunicación». Hace un par de semanas, uno de los letrados de oficio de los detenidos por Ekin también remitió una alegación al juez Grande-Marlaska. Este colectivo añade que la incomunicación a Atristain fue ilegal porque «no se pueden abrir dos procedimientos jurídicos por un mismo hecho principal» (fue arrestado y entregado hace meses). Debió ser llevado directamente al juez. GARA
El movimiento pro amnistía ha decidido enviar estos testimonios de tortura a diferentes instituciones internacionales, entre ellas al Gobierno de Venezuela, su embajador en Madrid y partidos de ese país. «Junto con ello, les informaremos sobre los informes y peticiones que han realizado los observadores de la ONU».
En paralelo, se dirige a «las personas que dicen que denunciar torturas es parte de una estrategia» para que respondan a estas preguntas: «¿Cómo se explica que una persona realice declaraciones policiales contra su persona, sabiendo que valen para encarcelarle durante largos años? ¿Cómo pueden explicar lo sucedido con Atristain, que hasta el abogado de oficio se ha negado a firmar la declaración policial?».
El movimiento pro amnistía exige compromisos claros a los agentes vascos y a instituciones como el Ararteko. Subraya que «el gesto de distensión de una parte no ha provocado el cese de la represión y la persecución de la otra parte, ni lo provocará -augura-. Sólo la presión de ciudadanos y ciudadanas, y el trabajo de instituciones y agentes hará parar la represión». Añade que «no podemos admitir que un vasco más sea torturado».
A nivel judicial, la Audiencia Nacional anunció ayer que quiere interrogar a miembros de las FARC que entrenaron en Venezuela para que le digan si pueden identificar a Atristain y Besance.
Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero reclamó una respuesta a Caracas sobre lo declarado en los calabozos por esas dos personas, aunque se mostró convencido de que «no hay ningún amparo» a ETA por parte del Gobierno de Chávez y de ningún otro. Entrevistado en Tele5, el presidente español apostó por la colaboración con el Ejecutivo venezolano y advirtió que «ningún etarra va a estar ni cómodo ni tranquilo» en ninguna parte del mundo. «Se han ido a Portugal y han caído; estaban en México y de México les hemos traído; y si están en Venezuela, les vamos a traer», apuntó.
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